M. pasó corriendo descalzo por el frente del centro para adicciones inconcluso de La Costanera y enfiló hacia el río por los pasillos del barrio. El adolescente acababa de cambiar sus zapatillas por algunas dosis de paco, justo cuando LA GACETA visitaba la edificación para constatar el reclamo de las Madres del Pañuelo Negro: la obra lleva 10 meses paralizada y la constructora se llevó los materiales, para evitar su saqueo.
“Hará cosa de dos semanas que comenzaron a llevarse chapas, cemento y otros materiales. Pude hablar con el arquitecto de la obra y dijo que sacaban todo hasta que les paguen la deuda y retomen la construcción”, comentó Blanca Ledesma, una de las Madres del Pañuelo Negro, desde el patio de su casa, a tres cuadras del Centro Preventivo Local de Adicciones (Cepla).
Vecinos, Madres del Pañuelo Negro e integrantes de La Hermandad de los Barrios (colectivo de siete villas que exige una política de Estado para tratar las adicciones), dijeron estar afligidos por la demora en la reactivación de las obras. Hace un mes, el titular de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), Roberto Moro, había prometido en una reunión con representantes de La Hermandad que el centro se inauguraría en diciembre.
La ex presidenta Cristina Fernández había anunciado a comienzos de 2014 la construcción de 210 centros de prevención (Cepla) y asistencia (Casas Educativo Terapéuticas, CET) en todo el país, como parte del programa nacional “Recuperar Inclusión”. Sin embargo, se proyectaron 91 centros y se inauguraron 11, según había informado la Sedronar.
El equipo del Cepla de La Costanera trabaja desde 2014 en casas de vecinos. La construcción empezó el 20 de julio de 2015. Si bien el plazo original eran seis meses, la construcción se retrasó por las lluvias y por los certificados de obras impagos. Se paralizó en enero. Las obras están a cargo de la firma B y M SRL, bajó la órbita de la Dirección de Arquitectura y Urbanismo (DAU). Alfredo Quinteros, titular de la repartición, confirmó a este diario que la constructora solicitó por orden de servicio la autorización para retirar los materiales por cuestiones de seguridad. El ex legislador explicó que el inspector de obra autorizó el pedido, y que la construcción se mantiene paralizada hasta tanto la Nación remita los fondos. El avance de obra del Cepla es del 43%. El valor establecido del proyecto asciende a $ 12,5 millones y la deuda con la constructora por certificados de obra es de $ 5 millones.
“Ya no tenemos esperanza”, vociferó de impotencia Ledesma. “No sabemos si terminarán de construirlo. Ya desarmaron el obrador y se llevaron todo, tampoco dejan sereno porque lo apuñalaron. En la Legislatura gastaron millones para ‘ayudas sociales’ el año pasado pero no había para terminar un centro en un barrio para que los chicos puedan mantenerse sin consumir, para que estén sanos”, fustigó.
Las Madres del Pañuelo Negro del barrio habían tomado de forma pacífica el Cepla a comienzos de agosto, para reclamar contra el parate. “Estoy recuperado (de la adicción) pero estoy en la toma porque tengo miedo de que si mi hijo prueba ‘paco’ no tenga dónde atenderlo”, había dicho entonces César, del grupo de recuperación del Ministerio de Desarrollo Social provincial “Ganas de Vivir”.
Edificio abandonado
El alambre de púas sobre el portón de entrada del Cepla quedó retorcido. Vecinos de la obra dijeron que por las noches ladrones roban chapas y perfiles de hierro. Algunos intentan desarmar parte de la estructura en pie. El miedo que tienen es que se instalen familias a vivir allí o que se convierta en un ‘aguantadero’.
“No nos vamos a cansar de protestar. Los funcionarios se olvidan, pero nosotros no. Los chicos se matan en el barrio. ¿Cómo no vamos a seguir reclamando? Cuando ves un chico colgado no te lo olvidas más”, comentó Natalia Luna, tallerista del Cepla. “(El ex gobernador José) Alperovich dijo hace unos años que la Costanera estaba perdida. Si tuviéramos el centro terminado tendríamos dónde hacer actividades para los chicos y dónde cocinar para el comedor de noche para adictos que gestionamos (forma parte de una estrategia de tratamiento). Cocinamos en los patios de las casas. Cuando comiencen las lluvias no sé qué haremos”, disparó Luna.
“A ver si algún funcionario visita el comedor de noche para saber lo que necesitamos, que acá los drogados no comen gente, comen droga toda la semana, salvo las dos noches que funciona el comedor”, finalizó Ledesma.